Joven niña, ya mujer,
de mis cuatro primaveras,
entre ilusiones y sueños
la cuarta que yo formé.
Mensajera de grandezas,
enorme su candidez,
recorriendo el firmamento
fugaz, como estrella es.
Con un manojo de estrellas
un día me la encontré
y al sentirla tan perdida
tres deseos formulé.
El primero, es comprenderla,
el segundo, sentirla como mujer,
y el tercero, el deseo de su padre
que viva...feliz en él.