Viernes, noche maldita,
despierta mi alma escondida
encontrando a mis amigos
en reunión encendida.
Cena, copas, comensales,
se alejan de aquel café,
se dirigen todos juntos
en un alegre tropel.
El encuentro es un lugar
con calor de gran hogar,
traspasando aquella puerta
se reparte la amistad.
Sentados estamos todos,
las copas se llenan ya,
los corazones se alegran,
se siente la noche ya.
Canciones llaman a voces
sentimientos de verdad
repartidos entre gentes
que comparten libertad.
¡Silencio! voces que cantan,
gargantas en coro van,
expresan las alegrías
de esta noche especial.
'Alcohol, melodías, poemas!
recitados con pasión,
mientras la luna corea
las notas de una canción.
Pasan las horas temiendo
se acerque el amanecer,
los sentidos ya no pueden
conversar con nitidez.
Su anfitriona nos relaja
poniéndonos un café,
que tomado sorbo a sorbo
nos calienta nuestra fe.
Fe en la convivencia culta,
fe en la ansiedad de saber,
fe en la reunión de amigos,
fe en la verdad que se ve.
Poco a poco nos marchamos,
¡nos engulle la ciudad!
¡la maldad de sus pasiones
que corrompen la amistad!.
Por eso grito y reclamo,
podernos siempre encontrar
dos amigos que derrochen...
¡cualquier viernes su amistad!.
Fernando Vidiella Castro