A la espalda, el ocaso,
en los labios, estío,
la renuncia en los ojos,
y en las manos, el frío.
Una sed de infinito, de infinitos instantes
donde ya no haya noches, ni mañanas, ni antes.
En la fuente del tiempo
los recuerdos cantaban:
los deseos no mueren,
las pasiones se acaban.
Caracola ocarina de susurros remotos…
En la orilla se lavan los amores ya rotos.
En las olas que vienen
se encaraman empeños,
en las olas que marchan
juguetean los sueños.
Una sed que no cesa se ha colado en el alma,
y no tiene veneros, ni vasijas, ni calma.
Con la carne del trigo
se han dorado las eras,
y se van los otoños
a buscar primaveras.
Infinito el instante, infinito el anhelo.
En el alma se aloja una esquirla del cielo.
en los labios, estío,
la renuncia en los ojos,
y en las manos, el frío.
Una sed de infinito, de infinitos instantes
donde ya no haya noches, ni mañanas, ni antes.
En la fuente del tiempo
los recuerdos cantaban:
los deseos no mueren,
las pasiones se acaban.
Caracola ocarina de susurros remotos…
En la orilla se lavan los amores ya rotos.
En las olas que vienen
se encaraman empeños,
en las olas que marchan
juguetean los sueños.
Una sed que no cesa se ha colado en el alma,
y no tiene veneros, ni vasijas, ni calma.
Con la carne del trigo
se han dorado las eras,
y se van los otoños
a buscar primaveras.
Infinito el instante, infinito el anhelo.
En el alma se aloja una esquirla del cielo.