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martes, 2 de enero de 2024

Adiós mi Amor


 

En la penumbra de un atardecer rojizo,
donde el sol se despide con su postrer destello,
mi corazón susurra adiós, en este duelo,
al amor que fue mi todo, mi eterno hechizo.

Bajo el manto ardiente del cielo que se tiñe,
mi voz se quiebra, entre lágrimas y suspiros,
despidiendo al esposo que en sus giros,
tejió conmigo un lazo que nunca se disuelve.

Cielos rojos, testigos de nuestra historia,
pintan con tonos de fuego la despedida,
como si el universo, en su despedida,
acompañara el fin de nuestra trayectoria.

Tus ojos, dos soles que ya no alumbran,
se despiden en silencio, pero resonantes,
como estrellas fugaces, deslizándose amantes,
dejando en el firmamento un rastro que abruma.

En este atardecer, se desgranan las promesas,
como pétalos que caen al viento,
recordando cada beso, cada momento,
un canto de adiós que el corazón procesa.

El sol, en su ocaso, se lleva consigo,
los sueños compartidos, las risas, el abrigo,
de un amor que floreció, ahora en declive,
pero que perdura, aunque el tiempo esquivo.

En la paleta de colores del adiós,
se entrelazan los recuerdos y la melancolía,
como un cuadro que la vida desafía,
pintando el último capítulo de nosotros dos.

Bajo el crepúsculo de cielos rojos que lloran,
te digo adiós, mi amor, con el corazón en llamas,
en la esperanza de que en otras tramas,
nuestras almas se encuentren, eternas, atesoradas.





viernes, 29 de diciembre de 2023

Viaje emotivo


 

En la mágica estación de la esperanza,
bajo el manto de estrellas que danzan,
un viaje se emprende con corazón ligero,
rumbo a un reencuentro, un lazo sincero.

Es Navidad, la tierra se viste de gala,
luces parpadeantes, como cuentos que embalsaman,
y en el alma del viajero, palpita un deseo,
hallar el abrazo, el calor, el anhelo.

En el tren de los recuerdos, entre risas y cantos,
se desplaza el tiempo, entre campos y encantos,
los rieles son versos que escriben la ruta,
hacia el encuentro, la promesa se ejecuta.

Con maletas cargadas de amor y alegría,
se teje el relato de esta bella travesía,
las caras conocidas, la familia aguarda,
en la estación de sueños, la realidad se aclara.

El trayecto se torna poesía en movimiento,
como las estrofas que danzan en el viento,
y en cada estación, un recuerdo palpita,
un latido de anhelos, una melancolía infinita.

En el abrazo se entrelazan los lazos,
como hilos de oro que unen pedazos,
los hijos esperan con ojos brillantes,
la llegada del ser que es parte de instantes.

La mesa se viste de risas y plenitud,
se comparten relatos, se siente la gratitud,
en cada mirada, un canto silente,
que narra historias de amor persistente.

Así, el viaje se convierte en poesía,
un canto de reencuentro, de pura armonía,
en la melodía del tiempo, el presente se canta,
en el regreso a casa, donde el alma encanta.