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martes, 16 de agosto de 2011

Porque son Niña tus Ojos




Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las huríes del Profeta.

El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta,
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas.

Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.

Que parecen sus pupilas
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan.

Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a apagar la sed con ella,

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.

Que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.

Es tu frente que corona,
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.

Que entre las rubias pestañas,
junto a las sienes semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.

*

Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizás, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.




Volverán las Oscuras Golondrinas





Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!


lunes, 15 de agosto de 2011

REVERDECER



          Estabas esperando, tierra mía, la lluvia
  que te reverdeciera.

  Fuiste amarilleándote, secándote,
  hasta no entender nada y enterrarte en ti misma.

  Hoy llueve y llueve y llueve, y hoy verdean
  las hierbas que un aliento de viento suave mueve.

  Y hoy quiero, tierra mía, reverdecer contigo,
  y como tú asomarme por fuera de mí mismo!

       

                       
                                          

PLAYAS



Playas, caprichos del Océano,

Formadas por millones de bailes.
Bailes del mar, arremetiendo en las rocas,
Deshaciendo en diminutas semillas,
Las piedras, formando pepitas de oro.

Frescura y bravura del agua,
Verde-azulada como ninguna.
La arena tiene el color intenso,
Del universo siempre en movimiento.

  
Playas surferas por excelencia,
Donde jóvenes indomables
Desafían con su juventud y violencia,
Las más lejanas leyendas con su esencia.

Mar abierto y gran oleaje,
Preferidas por los rebeldes,
Donde arriesgan la vida,
Al compás de las olas y
Con un inmenso coraje.

  Fauna y flora atractiva,
Que moráis en las rocas y los cantiles,
Verdes espectaculares,
Con tonos más grises.  

Playas abrigadas y protegidas,
De los peligros del mar abierto,
Islotes que aparecéis cuando el agua se retira,
Al cobijo de su Océano
Al compás del vaivén de los vientos.

Dunas, marismas y humedales,
Soportáis todos los vendavales,
Para que desde inmemoriales tiempos,
Os guardéis millones de historiales.

Fina arena de color dorado,
Que os adentráis en las calas,
Donde corazones cansados y hambrientos,
Se cobijan y protegen de los vientos.

LA MALETA

Ya tengo la maleta,
una maleta grande, de madera:
la que mi abuelo se llevó a La Habana,
mi padre a Venezuela.
La tengo preparada: cuatro fotos,
una escudilla blanca, una batea,
un libro de Galdós y una camisa
casi nueva.
La tengo ya cerrada y rodeándola
un hilo de pitera.
Ha servido de todo. Como banco
de viajar en cubierta,
y como mesa y, si me apuran mucho,
como ataúd me han de enterrar en ella.
Yo no sé dónde voy a echar raíces.
Ya las eché en la aldea.
Dejé el arado y el cuchillo grande,
las cuatro fanegadas de la vieja...
- La hostelería es buena, me dijeron.
Y cogí la bandeja.-
Si señor, no señor, lo que usted mande,
servida está la mesa...
Yo por vivir entre los míos hago
lo que sea.
Vi a las mujeres pálidas del norte
arrebatarse como hogueras
y llevarse las caras como platos
de mojo con morena,
tanto que aquí no dejan ni rubor
para tener vergüenza...
Vi vender nuestras costas en negocios
que no hay quién los entienda:
vendía un alemán, compraba un sueco,
¡y lo que se vendía era mi tierra!
Pero no importa, me quedé plantado.
Aquí nací, de aquí nadie me echa.
(Hasta que el otro día lo he sabido,
y he hecho de nuevo la maleta.)
He sabido que pronto van a venir de afuera
técnicos de alambrar los horizontes,
de encadenar la arena,
de hacer nidos de muerte en nuestras fincas,
de emponzoñar el aire y la marea,
de cambiar nuestros timples por tambores,
las isas por arengas,
las palabras de amor por ultimátums,
por tumbas las acequias...
Si se instalan los técnicos del odio
sobre nuestras laderas,
los niños africanos, desvelados
bajo la lona de sus tiendas,
mirarán con horror las siete islas,
no como siete estrellas,
sino como las siete plagas bíblicas,
las siete calaveras
desde donde su muerte, y nuestra muerte,
indefectiblemente se proyectan.
Yo por mi partecojo la maleta.
La maleta que el viejo
se llevó a las Américas
en un barquillo de dos proas,
¡Qué valientes barquillas atuneras!
Tienen dos proas, una a cada lado,
para que nunca retrocedan.
Vayan a donde vayan siempre avanzan.
¿Quién dijo popa? ¡Avante a toda vela!
Y yo...voy a marcharme, reculando.
Voy a dejar que crezca
sobre esta tierra mía
toda la mala hierba.
Voy a volver la espalda al forastero
que vendrá con sus máquinas de guerra
para ensuciar de herrumbre las auroras,
de miedo las conciencias...
Pensándolo mejor, voy a sacarde la vieja maleta
el libro, la escudilla, la camisa,
la batea,voy a pintar y a barnizar de nuevo
su gastada madera,
voy a quitarle el hilo y a ponerle
la cerradura nueva.
Y con ella vacíame acercaré a la Isleta,
y al primer forastero de la muerte
que llegue a pisar tierra
se la regalo, para siempre suya,
y que la use y nunca la devuelva.
¡No quiero más maletas en la historia de la insular miseria!
Ellos, ellos,que cojan ellos la maleta.
Los invasores de la paz canaria
que cojan la maleta.
Los que venden la tierra que no es suya
que cojan la maleta.
Los que ponen la muerte en el futuro
que cojan la maleta¡
Que cojan la maleta,
que cojan para siempre la maleta!

domingo, 14 de agosto de 2011

EL MAR LAS SIRENAS Y YO



¡Cómo se refleja la luna en las aguas!

¡Qué bello paisaje en la oscuridad,

Parece una mar de plata,

da a mí vida una profunda claridad.





Pienso en el tiempo perdido,
  
Allá en la lejanía el océano está tranquilo,
  
noto que despierta mí corazón dormido.





Santander del alma mía,
  
siempre contigo sueño
  
ya sea de noche o de día,

cuando lejos estoy de ti
 sigues siendo mí dueño.
   



Tu calmas mis inquietudes,
  
das energía a mí ser,
 que suspira continuamente
  
con verte de nuevo otra vez.





Cuando lejos estoy de ti, 
  
todo es cotidiano y duro,
  
tengo siempre la esperanza de volver 
  
 y ver el baile de tus  verdes aguas,

esas olas que forman 
  
el manto blanco sobre las rocas.





La leyenda de las  SIRENAS
  
  a lo largo de los siglos,

han fascinado a los hombres del mar, 

que por oír sus dulces cantos,
  
a sus brazos querían llegar. 





La belleza de las melodías,
  
las voces en su cantar,

atraían al ser humano

que por acercarse

   eran capaces de naufragar.





Santander ejerce en mí,
  
   lo que las  SIRENAS al navegante,

por estar cerca de ellas, 

son capaces de extraviarse,

para recibir los abrazos del más puro amor,

cobijándose bajos sus brazos.  





Hay autores de la antigüedad que dicen
  
que nunca fue pez, sino ave,

da igual lo que escribieran,

los pescadores darían la vida 

por encontrarse con su SIRENA.
   



Ninfas marinas, con busto de mujer,

 cuerpo de pez o de ave,

dicen que os afincáis en los riscos

liberando vuestro canto embriagador

esta noche yo os ruego,
  
y a orillas del mar espero.





Hijas de Nereo y Dórides,
  
Nereidas de la mitología clásica,
  
Sirenas o no,
 venid y optad por llevarme,
 a ese reino oculto.  




¡Dadme la sabiduría de nunca irme!
es un modo de quedarme para siempre

 en mí querida Santander,
  
y no tener que pensar nunca en volver!



AURORA BOREAL EN ISLANDIA




Me acerqué a la terraza después del fuerte amor
y contemplé de nuevo la habitación a oscuras.
El cuerpo luminoso de Sigrun
sobre vencidas sábanas
y su indolente y roja cabellera
resbalando dormida hacia la alfombra.
Aspiré en la rotunda madrugada
aquel dulce cansancio que me reconciliaba con la vida.
El aliento dejaba rostros fugaces de humo
y un viento enloquecido los penetraba deshaciéndolos.

Con un fondo de hielos y volcanes
guardaba Reykjavik la inquietud de su otoño.
Era ya la frontera de la noche o la mañana.
Aquella oscuridad neblinosa
tuvo un temblor, un brusco sobresalto,
no el viento que arreciaba, ni el duro helado mar,
fue el nacimiento de otra luz.
Una luz que jamás había visto.

Inmensas franjas blancas emergían de un delta
prodigioso, solemne.
Su anchura recorrió el firmamento.
Aluviones de bríos luminosos
invadían las ramas de los aires.

Colores fulminantes atándome a su vértigo.
Silenciosos clamores de luz verde.
Se abrían los azules y amarillos
llenos de plenitud, crecía un fulvia de oro,
el violeta imposible, el naranja feliz,
ocres de fuego y ámbar, veloces, legendarios,
y el celeste y el níveo y el de luz con más luz.

De pronto el colorido inabarcable
pareció detener su cósmica alegría,
el frío lo tornó inmóvil, lo apresó
en su invisible cárcel y cuerpo dio su luz.
Intensoso ojos de hielo nacieron en las brumas,
pentagramas, velámenes, banderas,
ascuas y flores de la luz cerrada
navegando en la altura,
encendiendo las bóvedas sin fin.

Han pasado los años tan veloces y lentos.
Quizá la mayor parte de lo que ya he vivido
sólo sea experiencia repetida
perdiéndose en mi ser y su memoria;
mas, sin embargo, nunca he olvidado
la dormida sonrisa de Sigrun despertándose
ante la aurora boreal de Islandia.

sábado, 13 de agosto de 2011

A MARGARITA




Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

* * *

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.





DE VUELTA A CASA




Desde mi cielo a despedirme llegas
fino orvallo que lentamente bañas
los robledos que visten las montañas
de mi tierra, y los maíces de sus vegas.

Compadeciendo mi secura, riegas
montes y valles, los de mis entrañas,
y con tu bruma el horizonte empañas
de mi sino, y así en la fe me anegas.

Madre Vizcaya, voy desde tus brazos
verdes, jugosos, a Castilla enjuta,
donde fieles me aguardan los abrazos

de costumbre, que el hombre no disfruta
de libertad si no es preso en los lazos
de amor, compañero de la ruta.

A MI PADRE




A Dios doy gracias por ser mi padre.
Por tus reproches y consejos.
Por el bien que me enseñaste
y de mi ser siempre cuidaste.

Por ser padre bondadoso,
lleno de paz y sabiduría.
Porque amas la verdad.
Justicia y rectitud en demasía.

Por ser mi padre amado
y enseñarme la caridad.
Sentimientos nobles te cubren.
No conoces la maldad.

Caballero noble y parco,
me enseñaste a luchar.
Aspirando siempre a lo más alto
y a mis sueños no renunciar.

Por aborrecer todo lo malo.
Por tus celestiales valores.
Por guiarme de la mano
en senderos llenos de flores.

Por tus palabras de aliento
en mis momentos más tristes.
Por tus silencios elocuentes
que me calman dulcemente.

Por tu mirada sabia y profunda.
Por tu expresión tan serena.
Por tu paciencia y tesón.
Torbellino de cosas buenas.

Por ser hombre testarudo
aferrado a tu convicción.
Por mantener en alto tus ideales
sin perder la calma o razón.

Por instruirme en la vida
y enseñarme a no mentir.
Por preocuparte por mis problemas
y recompensa no pedir.

Por enseñarme nobles valores:
el amor, rectitud y compasión,
justicia, desinterés, trabajo,
caridad, verdad y el perdón.

Por todos tus desvelos.
Por tu amor paternal.
Hombres como tú hay pocos.
Eres un padre ideal.

Por cumplir con tus deberes.
porque nunca me fallaste.
Porque contigo contar siempre puedo.
Hoy y siempre mi amor te entrego.

Porque siempre estás ahí,
tendiéndome tu cálido abrazo.
Por ser modelo en mi vida.
Por siempre creer en mí.

Por todo esto padre, te aprecio,
y a Dios de nuevo agradezco
 en mi vida tenerte a tí.




viernes, 12 de agosto de 2011

A MI MADRE




Te fuiste de mi lado.
En silencio fue tu partida.
Mi corazón se ha desangrado
por tan súbita despedida.

Tu espíritu luchador
a la vida se aferraba.
Más Dios, desesperado,
a su lado te llamaba.

En ángel te has convertido.
Velando por nosotros estás.
Aguardando que se cumpla la cita
de reunirnos en la eternidad.

Sin embargo, me parece tan lejos...
Quisiera ahora poderte abrazar.
Te busco, te llamo. No te encuentro.
Dime... ¿Cómo me he de consolar?

Tu amor incalculable
mis faltas por alto pasó.
Porque el querer de una madre,
ese, no tiene comparación.

Sé que en el cielo habitas.
Al lado de Dios has de estar.
Aguardaré paciente el día
en que nos volvamos a encontrar.

Entonces será para siempre.
Nada ni nadie nos podrá separar.
No temeré cuando llegue mi momento
pues tu presencia me confortará.

Me esforzaré por ganar el cielo
para no perderte nunca más.
Mientras tanto, guía mis pasos.
Ilumina mi senda, enséñame el camino.

Que tu presencia me rodee siempre
hasta que se cumpla mi destino.