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martes, 15 de noviembre de 2011

Mi realidad frente al mar



No es un cuento, ni una leyenda,
es mi propia vida, es la realidad,
sentada en mi roca, al fondo de los abismos,
oigo mi dulce canción,
las aguas rompiendo,
 uniéndose en un mismo cantar.
  
Contemplo todo con la misma ansiedad,
mi manto blanco sobre las rocas,
mi amo y señor, 
caminando por senderos,
todo me lleva a la dimensión 
sin igualdad.
 
Vuelo alto hacia el cielo,
soy gaviota volando sobre el mar,
picoteo lentamente el sabor salado de mis aguas,
cuando bajo y te rozo con mi piel.
  
Tu aroma, tu sabor, 
lo llevo tan dentro de mi,
que solo vivo llena de energía sobrenatural,
cuando estoy lejos de ti,
sabiendo, que a no muy tardar 
volveré a mi lugar.
  
Cuando volando me alejo,
solo espero y sueño,
volver a oír decir con tu sonido
mi nombre que tan bien sabes decir:
¡Katy, tu perteneces aquí!


 




miércoles, 9 de noviembre de 2011

Barajando recuerdos






Barajando recuerdos
me encontré con el tuyo.
No dolía.
Lo saqué de su estuche,
sacudí sus raíces
en el viento,
lo puse a contraluz:
Era un cristal pulido
reflejando peces de colores,
una flor sin espinas
que no ardía.
Lo arrojé contra el muro
y sonó la sirena de mi alarma.
¿Quién apagó su lumbre?
¿Quién le quitó su filo
a mi recuerdo-lanza
que yo amaba?


Carta al tiempo





Estimado señor:
Esta carta la escribo en mi cumpleaños.
Recibí su regalo. No me gusta.
Siempre y siempre lo mismo.
Cuando niña, impaciente lo esperaba;
me vestía de fiesta
y salía a la calle a pregonarlo.
No sea usted tenaz.
Todavía lo veo
jugando ajedrez con el abuelo.
Al principio eran sueltas sus visitas;
se volvieron muy pronto cotidianas
y la voz del abuelo
fue perdiendo su brillo.
Y usted insistía
y no respetaba la humildad
de su carácter dulce
y sus zapatos.
Después me cortejaba.
Era yo adolescente
y usted con ese rostro que no cambia.
Amigo de mi padre
para ganarme a mí.
Pobrecito el abuelo.
En su lecho de muerte
estaba usted presente,
esperando el final.
Un aire insospechado
flotaba entre los muebles
Parecían más blancas las paredes.
Y había alguien más,
usted le hacía señas.
El le cerró los ojos al abuelo
y se detuvo un rato a contemplarme
Le prohibo que vuelva.
Cada vez que los veo
me recorre las vértebras el frío.
No me persiga más,
se lo suplico.
Hace años que amo a otro
y ya no me interesan sus ofrendas.
¿Por qué me espera siempre en las vitrinas,
en la boca del sueño,
bajo el cielo indeciso del domingo?
Sabe a cuarto cerrado su saludo.
Lo he visto con los niños.
Reconocí su traje:
el mismo tweed de entonces
cuando era yo estudiante
y usted amigo de mi padre.
Su ridículo traje de entretiempo.
No vuelva,
le repito.
No se detenga más en mi jardín.
Se asustarán los niños
y las hojas se caen:
las he visto.
¿De qué sirve todo esto?
Se va a reír un rato
con esa risa eterna
y seguirá saliéndome al encuentro.
Los niños,
mi rostro,
las hojas,
todo extraviado en sus pupilas.
Ganará sin remedio.
Al comenzar mi carta lo sabía.





  






Llegarán los almendros




Llegarán los almendros en flor a tu ventana
huídos de mi pensamiento,
y el temblor del olivo
que se estremece al paso de la noche.

Pero yo, cada vez más perdida en tus palabras,
no tendré fuerza para llegar hasta tu puerta,
me quedaré vagando por las calles,
desgranando temores por la tierra de Kampa,
dialogando confusa con el aire,
bailando cortesmente con el río la danza de la muerte,
con delicados arabesques
y oscuras reverencias.

No intentaré siquiera hablarte con la lluvia,
ni cabalgar el viento
y escondida en sus crines
devolverte el perfume de las rosas

que tú de un solo gesto, de una vez para siempre,
has desenterrado para mí
con toda la encendida primavera.


martes, 8 de noviembre de 2011

Homenaje a García Lorca






Se arranca el perro asirio de las sombras
y, a su primer aullido,
luna y estrellas hacia el sueño ascienden
mientras el sol,
aún desde su negra efigie,
inicia el gesto.
Tu viaje nocturno es ya metáfora.
Se pone en pie
la salvaje frescura de la aurora.


Doble herida






Este ir de la vida a la escritura
y volver de la letra a tanta vida,
ha sido larga, redoblada herida
que se ha tragado el tiempo en su abertura.

Abierto como res por la lectura,
le entregué las entrañas, y la vida,
queriendo rehacerlas, conmovida,
en ellas imprimió su quemadura.

Doble traición, porque la una resta
lo que la otra necesita entero:
el ser de carne y sueño, la respuesta

que deje al fin saciado al heredero
de tanta boda rota y tanta fiesta
partida por cuchillo doble y fiero.


Cola




Detrás de él va un niño
que lleva un suéter rojo
que va detrás de un viejo
que tiene un sombrerito,
detrás de una señora
con una saya azul,
que va detrás de un perro
que va detrás de un coro
de marineros rusos,
detrás de una muchacha
públicamente hermosa,
que va detrás de un ciego
detrás de su bastón,
que va detrás de un día
color de cornetín,
que va detrás de un ciervo
que se perdió en el bosque,
detrás de las Cabrillas
y de la Cruz del Sur,
que va detrás de un beso
detrás de una postal,
que va detrás de un manco,
de un cojo y de un ciempiés,
detrás de un apagón,
detrás de dos paraguas
que van detrás de Arthur
detrás de sus camellos
que van detrás de todo
con todas las banderas
las herramientas todas
y con soldados mil.

Yo voy detrás de usted.


lunes, 7 de noviembre de 2011

Amor





Si vieras en qué playa te he querido
y en qué estrella te ocultas invencible,
qué acentos de mi voz has escogido,
hasta dónde te hunde lo imposible
desde mi sueño al tuyo melodioso
como una clara ola que me inunda.

Cruzáramos los dos el negro foso
de la tierra y el mar que nos circunda,
y cruzáramos más: la tibia fuente
de luz definidora, el campo serio
de flor que nos aguarda, y, lentamente,
hiciéramos de amor un fijo imperio.



Ausente




Ausente! La mañana en que me vaya
más lejos de lo lejos, al Misterio,
como siguiendo inevitable raya,
tus pies resbalarán al cementerio.

Ausente! La mañana en que a la playa
del mar de sombra y del callado imperio,
como un pájaro lúgubre me vaya,
será el blanco panteón tu cautiverio.

Se habrá hecho de noche en tus miradas;
y sufrirás, y tomarás entonces
penitentes blancuras laceradas.

Ausente! Y en tus propios sufrimientos
ha de cruzar entre un llorar de bronces
una jauría de remordimientos!


Retrato



Yo no tenía este rostro de hoy,
tan calmo, tan triste, tan delgado,
ni estos ojos tan vacíos,
ni este labio amargo.

Yo no tenía estas manos sin fuerza,
tan detenidas y frías y muertas;
yo no tenía este corazón
que ni se muestra.

Yo no advertí este cambio,
tan simple, tan cierto, tan fácil:
¿En qué espejo se perdió
mi imagen?


domingo, 6 de noviembre de 2011

Infancia







Se llevaron las rejas del balcón
desde donde la casa se avistaba.
Las rejas de plata.

Se llevaron la sombra de los limoneros
por donde rodaban arcos de música
y hormigas rojizas.

Se llevaron la casa de verde tejado
con sus grutas de conchas
y sus vitrales de flores empañadas.

Se llevaron a la dama de viejo piano
que tocaba, tocaba, tocaba
la pálida sonata.

Se llevaron los párpados de antiguos sueños,
y dejaron solamente la memoria
y las actuales lágrimas.




El amor de mis amores





¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a ti, ¡dulce amor mío!,
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde oculta soledad te envío?...
... ... ... ... ...

Aquí tu barca está sobre la arena;
desierta miro la extensión marina;
te llamo sin cesar con tu bocina,
y no pareces a calmar mi pena.

Aquí estoy en la barca triste y sola,
aguardando a mi amado noche y día;
llega a mis pies la espuma de la ola,
y huye otra vez, cual la esperanza mía.

¡Blanca y ligera espuma transparente,
ilusión, esperanza, desvarío,
como hielas mis pies con tu rocío
el desencanto hiela nuestra mente!

Tampoco es en el mar adonde él mora;
ni en la tierra ni en el mar mi amor existe.
¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste,
o si dentro del mar estás ahora.

Porque es mucho dolor que siempre ignores
que yo te quiero ver, que yo te llamo,
sólo para decirte que te amo,
que eres siempre el amor de mis amores.
... ... ... ... ...





  





Retorno


He conocido las voces
que me llamaban antes de nacer,
por el sobresalto que he sentido
pienso que ya es la hora.

Éste es mi primer viaje
y me ha parecido tan breve.
Guardián de esta miserable estancia
acércate y observa,
árboles, madrugadas y vasijas
todo está en su sitio.

Pero ya el arcángel inalterable
anuncia la partida.

He reconocido las voces
antiquísima letanía que quise olvidar
mientras defendía el territorio
de mis sueños, patrimonio
herencia que no he solicitado.

Envejecieron los amigos
y cada cual se fue con su equipaje
y su sombra.

Ahora comprendo la paciencia,
los gestos, las costumbres.
Enhebrando pasiones, oráculos,
espera y muerte
se nos iba la vida.
Nada era suficiente,
nunca llegaba el definitivo momento
todo era un mientras tanto proyectado.

Y de súbito, tan pronto, el retorno.

Me parece imposible,
me asomo buscando algo
para retener la partida, pero mis cosas no tienen sentido
y ya mi tiempo
es un deshabitado calendario.

El barco del retorno ha llegado.

El mascarón de proa es una figura conocida
y su rostro se parece a mi rostro.




  



sábado, 5 de noviembre de 2011

Bodegón


. En el espejo
los bordados, las sillas,
la inútil chimenea, las naranjas
amarilleando, Ja camomila,
el libro. En la hipérbole del espejo
el extraviado, ella, los dos
marinos, la anciana, Pinemía, el gran gato.
Todo: la miel, el pan y la pimienta,
las baldosas etílicas, los cuchillos, la tarde
que se viene; el espejo así inmovilizado
por la vida y sus innumerables
puntos de fuga, espontáneamente
dispuesto por la mano
meticulosa de la belleza.
Y los aromas, y los rumores
mórbidos.




Amado

Fui agarrándome de ti,
de tus ojos,
campanarios llenos de palomas,
y tu pecho
encendido como un lucero sólo.

Caminé desesperada
en los senderos
trazados por tus venas
y me así
a tus riñones
y testículos,
a tus orejas
y tu lengua.

Golosa
bebí con gratitud
láudano en tu boca
y me detuve
por siglos en tu sexo:
lo exploré
con soles diminutos
nacidos en las puntas de mis dedos
y cárdenos frutos mancillados.

Copié tu mirada,
doblé tu risa,
y lúbrica mordí
tu agonía con los dientes

Canción al hijo primero





Hijo de la tierra,
te arrojó el Jardín.
Aunque veas sombras
no quieras lucir.

Tu madre era bella,
la secan los vientos.
Tu madre era tierna,
se quema en el yermo.

Tu madre mordía
la flor del manzano,
cuando el hombre puso
tu vida en su mano.

Tu madre sembraba
contigo el centeno,
cuando tú bebías
la leche en su cuenco.

Hijo de la ira
de Dios implacable.
No podrá salvarte
del odio tu madre.

No duermas, vigila.
No duermas, despierta.
Te amenaza fría
la heredad desierta.

Te persiguen ojos
sin dulce descanso.
Te aborrece eterna
del Creador la mano.

Las gacelas corren:
correrás tú más.
Los leones saltan:
tú debes saltar.

Los arroyos huyen:
tú tienes que huir.
Aunque yo lo quiera,
¡no puedes dormir!

No duermas, escucha.
No duermas, acecha.
Silbarán las aves
sobre ramas ebrias

para hacerte leve
esta oscura tierra.
Escúchame, hijo:
no duermas, no duermas...

Por todos los siglos,
¡no duermas,
no duermas!








viernes, 4 de noviembre de 2011

Aire solo



Aire sólo, fervor que callo y digo,
palabra que te nombra y te delata,
que te eleva en su vuelo o te maniata:
en mi boca te encierro o te prodigo.

Te dejo a la intemperie o al abrigo,
te guardo en ventisquero o en fogata.
Pródiga, codiciosa catarata,
vas en mi labio como fiel testigo

de todo lo que en él pones y eres,
de todo lo que en él tu sed convoca
y de lo que en su amor beber quisieres.

Silencia esta ebriedad que el labio aloca
y con el agua en que dichoso mueres
cúbreme, amor, el cielo de la boca.



Búscame





¿Qué no me encuentras?
¡Si es que no me has buscado!

Búscame tras tu sombra
o en las retinas de tus ojos claros.
Búscame entre tus dedos
o en tu boca de sándalo.

Yo soy un soplo vivo
a tu vida arraigado.

Búscame por tu alcoba
entre tu sueño alado,
o por la senda rosa
de aquel amor lejano.

Por sobre tu orgullo,
en las flores azules de los prados.
Yo estoy dentro de ti
como un amor sellado.

¿Que no me encuentras dices?
Siendo en tu misma vida
que me pierdo...
¡Si es que no me has buscado!


DESEOS



Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color.
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar de clima el corazón,
beber la penumbra de una cosa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
ahondarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color!




jueves, 3 de noviembre de 2011

El perro vagabundo




  
Flaco, lanudo y sucio. Con febriles
ansias roe y escarba la basura;
a pesar de sus años juveniles,
despide cierto olor a sepultura.

Cruza siguiendo interminables viajes
los paseos, las plazas y las ferias;
cruza como una sombra los parajes,
recitando un poema de miserias.

Es una larga historia de perezas,
días sin pan y noches sin guarida.
Hay aglomeraciones de tristezas
en sus ojos vidriosos y sin vida.

Y otra visión al pobre no se ofrece
que la que suelen ver sus ojos zarcos;
la estrella compasiva que aparece
en la luz miserable de los charcos.

Cuando a roer mendrugos corrompidos
asoma su miseria, por las casas,
escapa con sus lúgubres aullidos
entre una doble fila de amenazas.

Allá va. Lleva encima algo de abyecto.
Le persigue de insectos un enjambre,
y va su pobre y repugnante aspecto
cantando triste la canción del hambre.

Es frase de dolor. Es una queja
lanzada ha tiempo, pero ya perdida;
es un día de otoño que se aleja
entre la primavera de la vida.

Lleva en su mal la pesadez del plomo.
Nunca la caridad le fue propicia;
no ha sentido jamás sobre su lomo
la suave sensación de una caricia.

Mustio y cansado, sin saber su anhelo,
suele cortar el impensado viaje
y huir despavorido cuando al suelo
caen las hojas secas del ramaje.

Cerca de los lugares donde hay fiestas
suele robar un hueso a otros lebreles,
y gruñir sordamente una protesta
cuando pasa un bull-dog con cascabeles.

En las calles que cruza a paso lento,
buscan sus ojos sin fulgor ni brillo
el rastro de un mendigo macilento
a quien piensa servir de lazarillo.




  




Dios encontrado



Dios está aquí, sobre esta mesa mía
tan revuelta de sueños y papeles;
en esta vieja, azul fotografía
de Grindelwald cuajada de claveles.

Dios está aquí. O allí: sobre la alfombra,
en el hueco sencillo de la almohada;
y lo grande es que apenas si me asombra
mirarlo compartir mi madrugada.

Doy a la luz y Dios se enciende; toco
la silla y todo a Dios; mi diccionario
se abre de golpe en "Dios"; si callo un poco
oigo jugar a Dios en el armario.

Abro la puerta y entra Dios -¡si estaba
ya dentro...!-; cierro, y sale, mas se queda;
voy a lavar mi cara y Dios se lava
también y el agua vuélvese de seda.

Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,
lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,
ni me sorprendo ni me maravillo
de verlo tan enorme y tan pequeño.

Me lo dobla el cristal, me lo devuelve
hecho yo mismo -Dios, perdón- su frío
y no acierto a explicarme por qué envuelve
su cuerpo en este pobre traje mío.

Hoy he encontrado a Dios en esta estancia
alta y antigua en donde vivo. Hacía
por salvar, escribiendo, la distancia
y se me desbordó en lo que escribía.

Y aquí sigue: tan cerca que me quemo,
que me mojo las manos con su espuma;
tan cerca, que termino, porque temo
estarle haciendo daño con la pluma.




  



El Reloj





Esto de no ser más que tiempo espanta.
La solución bajo el costado izquierdo:
un fiel reloj al que jamás me acuerdo
de darle cuerda y, sin embargo, canta.

Canta con un martillo en la garganta,
mas sé que estoy perdido si lo pierdo.
A martillazos vive su recuerdo.
Sin embargo, ni atrasa ni adelanta.

A veces se le olvida hacer ruido.
A veces hace por salir del nido
y si no lo consigue, humano, llora.

A veces suena a Dios. De todos modos
es un reloj y un día, como todos,
se quedará parado en cualquier hora.




miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mi Perla - El Mar



Perla, perla marina
en el juego de tus mareas
embelleces los alrededores montañosos,
las ciudades marineras.

Puerto de Santander,
llenos de barcos pequeños,
navegando por las rías
con los pescadores alcanzando los mares.

Paisajes dulcificados,
con suaves ondulaciones,
formando espacios inmensos,
con densas vegetaciones.
  
Montes majestuosos,
en las orillas de las rías,
pobláis los barrios marineros.

Acantilados, desembocaduras,
donde el Océano golpea con dureza las rocas,
formando cuevas, formando Dunas.

Palmeras que adornáis paisajes rurales,
bellos descensos con tonos verdes oscuros,
contrastando con verdes más suaves.

Manantiales de aguas que curáis enfermos,
valles fluviales, que con un abrazo conjunto
camináis y desembocáis formando rías
acogiéndolos la inmensidad de mis aguas.

Colinas cubiertas de pastizales, pinos, o eucaliptos,
remansos ríos, formando al final serenas rías,
con fondos verdes en las laderas,
formando mí querido litoral Cantábrico.

Praderías, ya en los arrabales,
belleza natural,
bahía de Santander
maltratada por nuevas construcciones,
destruyendo parte de sus marismas.
  
Incuestionable hermosura,
desde mí niñez os contemplo,
playas arenosas, finas, de  color de oro,
Dunas de mí Santander

Lleno dentro de mis pupilas,
las pendientes de los valles con pinos repoblados,
mis bellos desfiladeros con impresionantes cresterías,
pero sobretodo, mí mar bravo, 
que con él sigo soñando.  



Buscando en mi interior. Otoño en Santander

otoñales fotografia

Un toque de magia a la vida cotidiana,
y obtendremos un poder natural para nuestro mundo interior,
miramos alrededor, una brizna de hierba,
el silbido del viento, una rosa, una montaña,
busco la armornia, y deleitándome en las influencias externas,
creo en mi ser una profunda serenidad.

Cuando el viento sopla fuerte,
ondula las aguas del mar en un torbellino fructuoso de las olas que vienen y van,
picado se pone el océano, barquitos ondulantes al sol,
fluir con la vida, es la forma natural, pero al no hacerlo,
 entramos en la melancolía, la falta de confianza e inseguridad.

La furia de los elementos, el tiempo no se ha vuelto loco,
enfoquemos nuestra imaginación, actuando en las cosas hermosas,
y el universo actuará poniendo los medios para hacerlos realidad.

Lo malo, lo doloroso, se anida en nuestro ser,
¡activemos nuestro interior!, 
para que lo malo sea aprovechado,
convirtiéndolo en bueno para nuestra evolución,
que el entusiasmo domine y brille en cada pensamiento.

Los bosques en Otoño, te hacen saborear el encanto,
de una gama de colores, desde el verde, ocre, amarillo,
perdiendo el traje de Verano, ofrece  frondosas  sus montañas,
rodean mi mar, con las fuerzas de su encanto, 
valles de robles, hayas,
castaños, abedules, álamos, alisos,
¡Es un festival de colores! ¡Ay Otoño!

 Otoño en Cantabria,
región poblada de castañares, hayedos en Barcena,
Robledales en Valle de Cabuérniga,
que sugestivos y majestuosos los bosques multicolores que forman,
celebra su otoño, con nieblas y tierras mojadas.

El Otoño se viste de fiesta y luz
seducen los maravillosos paisajes,
¡Pintor, pintad la maravilla
que el Ser Supremo nos dejó!


Mi Madre y Virgen del Mar


Siempre estoy escribiendo a mi mar,
a ti Madre mía, te suelo cantar,
pues recuerdo desde niña mis caminatas,
siempre en grupos, hacia un lugar de Santander
llamado La Virgen del Mar. 

Una pequeña ermita, en la ladera de la montaña
cruzando un pequeño puentecillo,
por encima de las aguas,
para llegar a los verdes prados,
donde tu estás anclada,
pues así te llaman los marineros y pescadores,
eres su hada. 

Eres su perla marina,
los proteges con tu manto,
ya que desde donde Tu estás
cubres todos los océanos
.  
Es el día 16 de Julio cuando más se nota la fe,
ya que es tu fiesta, Señora, y te van a embellecer,
llenándote de hermosas flores, recogidas con ardor,
el más bello arco iris de colores, cuando empieza el atardecer.
  
Sentados en la fresca hierva
del monte majestuoso,
las almas que son tus siervas,
entonan una canción, alabando Tu rostro hermoso.
  
Canción bella, única, angelical,
letra dorada, formada por hombres,
navegantes de los mares,
la  música con el sonido del Mar.
  
Ese sonido que forman las aguas al chocar,
contra los acantilados hermosos, que reciben el agitar,
del viento ondulando fuertemente contra el mar,
El  mar y  el viento con  un continuo bailar.
  
Aquí va mi canción, dulce Virgen del Mar,
te llevo dentro de mi, y te rezo sin cesar,
nunca me abandones en mi largo caminar,
penoso, duro,... pero que nunca me falten las fuerzas
para a Tu lado, Madre Mía, 
siempre poder llegar. 

Acógeme en tu manto," Madre  mía,"
Virgen del Mar de mi ilusión,
donde yo repose algún día,
mi sufrido y cansado corazón!

             
              





martes, 1 de noviembre de 2011

De la lucha


Arenal terrero de bregadores
dispuestos en sus vinculadas manos
a medir nervios, salvar honores
Recios músculos de hombres bravos,
galantes en la acometida, rudos
obreros del coraje. ¿Acaso
Madretierra aquellos varones mudos,
altivos luchadores que definen
con brío su raza y su terruño...
Acaso no tendrán Tierramadre
en cada gotal del viril rocío
esencias antiguas tuyas...?



De la ermita perdida





De la ermita perdida
en la falda del monte solitario,
imagen de mi vida
entre ruinas se eleva el campanario.

Mi vida fracasó: desvanecidos
contemplé mis anhelos; y mis hombros
siento que ya vacilan doloridos
de sostener escombros.

Pero en mi pecho se conserva sana
como en mi fuerte juventud lejana,
la recóndita fibra,
donde cual entre ruinas la campana,
el ideal aún vibra.

Como todas las cosas

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Como riega la planta el jardinero.
Como forma el tipógrafo la masa.
Como conduce el carro el carretero.
Como elabora el pan el panadero.
Como construye el albañil la casa.

Como alimenta el surco el campesino.
Como los hijos cada padre engendra.
Como pulsa los mares el marino.
Como la uva se traduce en vino.
Como se pone a madurar la almendra.

Como alumbra el poeta la palabra.
Como se obtiene lana de la oveja.
Como se ordeña el ubre de la cabra.
Como la caja el artesano labra.
Como liba las flores una abeja.

Como viene del sol la golondrina.
Como surgen la col y la algarroba.
Como el carbón se extrae de la mina.
Como se pule en el taller la encina,
el cedro, el palisandro y la caoba.

Como la aguja hilvana los vestidos.
Como se extrae azúcar de la caña.
Como el amor despierta los sentidos.
Como el pájaro vuela y hace nidos.
Como remonta el alba la montaña.

Como escala el cristal la enredadera.
Como alumbra aceitunas el olivo.
Como esparce colores la bandera.
Como crece indomable la palmera.
Como florece el llanto colectivo.

Como siembra la voz al mediodía,
Como en tiempo de paz se esparcen granos,
trabajo por crear un nuevo día,
movilizando el aire y la alegría,
con la lengua, los ojos y las manos.

Creando estoy un mundo donde el hombre
goce la libertad que no se cierra,
vea la luz solar sin que se asombre
y halle el amor, sin pronunciar su nombre,
en un lugar cualquiera de la tierra.