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viernes, 21 de febrero de 2014

CONTINÚA EL MISMO ASUNTO


Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:

a quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;

si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;

pues ambos atormentan mi sentido;
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

Sor Juana Inés de la Cruz

CONTIENE UNA FANTASÍA CONTENTA CON AMOR DECENTE


Deténte, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.


Sor Juana Inés de la Cruz
                                                       

Coplas




Todo adquiere en mi boca 
un sabor persistente de lágrimas; 
el manjar cotidiano, la trova 
y hasta la plegaria. 

Yo no tengo otro oficio 
después del callado de amarte, 
que este oficio de lágrimas, duro, 
que tú me dejaste. 

¡Ojos apretados 
de calientes lágrimas!, 
¡boca atribulada y convulsa, 
en que todo se me hace plegaria! 

¡Tengo una vergüenza 
de vivir de este modo cobarde! 
¡Ni voy en tu busca 
ni consigo tampoco olvidarte! 

Un remordimiento me sangra 
de mirar un cielo 
que no ven tus ojos, 
¡de palpar las rosas 
que sustenta la cal de tus huesos! 

¡Carne de miseria, 
gajo vergonzante, muerto de fatiga, 
que no baja a dormir a tu lado, 
que se aprieta, trémulo, 
al impuro pezón de la Vida!


Gabriela Mistral

Con tal que te duermas




La rosa colorada 
cogida ayer; 
el fuego y la canela 
que llaman clavel; 

el pan horneado 
de anís con miel, 
y el pez de la redoma 
que la hace arder: 

todito tuyo 
hijito de mujer, 
con tal que quieras 
dormirte de una vez. 

La rosa, digo: 
digo el clavel. 
La fruta, digo, 
y digo que la miel; 

y el pez de luces 
y más y más también, 
¡con tal que duermas 
hasta el amanecer!


Gabriela Mistral

A un poeta menor de la antología


¿Dónde está la memoria de los días 
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron 
dicha y dolor y fueron para ti el universo? 

El río numerable de los años 
los ha perdido; eres una palabra en un índice. 

Dieron a otros gloria interminable los dioses, 
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores; 
de ti sólo sabemos, oscuro amigo, 
que oíste al ruiseñor, una tarde. 

Entre los asfodelos de la sombra, tu vana sombra 
pensará que los dioses han sido avaros. 

Pero los días son una red de triviales miserias, 
¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza, 
de que está hecho el olvido? 

Sobre otros arrojaron los dioses 
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas, 
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera; 
contigo fueron más piadosos, hermano. 

En el éxtasis de un atardecer que no será una noche, 
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.



Jorge Luis Borges

A un gato



No son más silenciosos los espejos 
ni más furtiva el alba aventurera; 
eres, bajo la luna, esa pantera 
que nos es dado divisar de lejos. 
Por obra indescifrable de un decreto 
divino, te buscamos vanamente; 
más remoto que el Ganges y el poniente, 
tuya es la soledad, tuyo el secreto. 
Tu lomo condesciende a la morosa 
caricia de mi mano. Has admitido, 
desde esa eternidad que ya es olvido, 
el amor de la mano recelosa. 
En otro tiempo estás. Eres el dueño 
de un ámbito cerrado como un sueño.



Jorge Luis Borges


1964


Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. 
Ya no compartirás la clara luna 
ni los lentos jardines. Ya no hay una 
luna que no sea espejo del pasado, 

cristal de soledad, sol de agonías. 
Adiós las mutuas manos y las sienes 
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes 
la fiel memoria y los desiertos días. 

Nadie pierde (repites vanamente) 
sino lo que no tiene y no ha tenido 
nunca, pero no basta ser valiente 

para aprender el arte del olvido. 
Un símbolo, una rosa, te desgarra 
y te puede matar una guitarra. 

II 

Ya no seré feliz. Tal vez no importa. 
Hay tantas otras cosas en el mundo; 
un instante cualquiera es más profundo 
y diverso que el mar. La vida es corta 

y aunque las horas son tan largas, una 
oscura maravilla nos acecha, 
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha 
que nos libra del sol y de la luna 

y del amor. La dicha que me diste 
y me quitaste debe ser borrada; 
lo que era todo tiene que ser nada. 

Sólo que me queda el goce de estar triste, 
esa vana costumbre que me inclina 
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.


Jorge Luis Borges