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martes, 11 de febrero de 2014

20 Poemas de amor ( Poema 13 )

He ido marcando con cruces de fuego 
el atlas blanco de tu cuerpo. 
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose. 
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta. 

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo, 
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste. 
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre. 
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal. 

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba. 
La soledad cruzada de sueño y de silencio. 
Acorralado entre el mar y la tristeza. 
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles. 

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo. 
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido. 
Así como las redes no retienen el agua. 
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando. 
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces. 
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca. 
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría. 
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco. 
Triste ternura mía, qué te haces de repente? 
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío 
mi corazón se cierra como una flor nocturna.


Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 12 )


Para mi corazón basta tu pecho, 
para tu libertad bastan mis alas. 
Desde mi boca llegará hasta el cielo 
lo que estaba dormido sobre tu alma. 

Es en ti la ilusión de cada día. 
Llegas como el rocío a las corolas. 
Socavas el horizonte con tu ausencia. 
Eternamente en fuga como la ola. 

He dicho que cantabas en el viento 
como los pinos y como los mástiles. 
Como ellos eres alta y taciturna. 
Y entristeces de pronto, como un viaje. 

Acogedora como un viejo camino. 
Te pueblan ecos y voces nostálgicas. 
Yo desperté y a veces emigran y huyen 
pájaros que dormían en tu alma.


Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 11 )


Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas 
la mitad de la luna. 
Girante, errante noche, la cavadora de ojos. 
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca. 

Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye. 
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas, 
mi corazón da vueltas como un volante loco. 
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos, 
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo. 
Quejumbre, tempestad, remolino de furia, 
cruza encima de mi corazón, sin detenerte. 
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta. 
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella. 
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga. 
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas. 
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio, 
ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas. 

Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos, 
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría. 
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas 
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla. 
Ay seguir el camino que se aleja de todo, 
donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno, 
con sus ojos abiertos entre el rocío.


Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 10 )



Hemos perdido aun este crepúsculo. 
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas 
mientras la noche azul caía sobre el mundo. 

He visto desde mi ventana 
la fiesta del poniente en los cerros lejanos. 

A veces como una moneda 
se encendía un pedazo de sol entre mis manos. 

Yo te recordaba con el alma apretada 
de esa tristeza que tú me conoces. 

Entonces, dónde estabas? 
Entre qué gentes? 
Diciendo qué palabras? 
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe 
cuando me siento triste, y te siento lejana? 

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo, 
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa. 

Siempre, siempre te alejas en las tardes 
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.


Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 9 )


Ebrio de trementina y largos besos, 
estival, el velero de las rosas dirijo, 
torcido hacia la muerte del delgado día, 
cimentado en el sólido frenesí marino. 

Pálido y amarrado a mi agua devorante 
cruzo en el agrio olor del clima descubierto, 
aún vestido de gris y sonidos amargos, 
y una cimera triste de abandonada espuma. 

Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única, 
lunar, solar, ardiente y frío, repentino, 
dormido en la garganta de las afortunadas 
islas blancas y dulces como caderas frescas. 

Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos 
locamente cargado de eléctricas gestiones, 
de modo heroico dividido en sueños 
y embriagadoras rosas practicándose en mí. 

Aguas arriba, en medio de las olas externas, 
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos 
como un pez infinitamente pegado a mi alma 
rápido y lento en la energía subceleste.


Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 8 )



Abeja blanca zumbas -ebria de miel- en mi alma 
y te tuerces en lentas espirales de humo. 

Soy el desesperado, la palabra sin ecos, 
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo. 

Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última. 
En mi tierra desierta eres la última rosa. 

Ah silenciosa! 

Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche. 
Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa. 

Tienes ojos profundos donde la noche alea. 
Frescos brazos de flor y regazo de rosa. 

Se parecen tus senos a los caracoles blancos. 
Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra. 

Ah silenciosa! 

He aquí la soledad de donde estás ausente. 
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas. 

El agua anda descalza por las calles mojadas. 
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas. 

Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma. 
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa. 

Ah silenciosa!


Pablo Neruda

20 Poemas de amor ( Poema 7 )




Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes 
a tus ojos oceánicos. 

Allí se estira y arde en la más alta hoguera 
mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago. 

Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes 
que olean como el mar a la orilla de un faro. 

Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía, 
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto. 

Inclinado en las tardes echo mis tristes redes 
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos. 

Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas 
que centellean como mi alma cuando te amo. 

Galopa la noche en su yegua sombría 
desparramando espigas azules sobre el campo.


Pablo Neruda