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miércoles, 12 de octubre de 2011

Puntual como la lluvia





Puntual como la lluvia es el silencio
con que tus ojos observan mis recuerdos.
Nada puedo decir, nada es ya mío
de las antiguas costumbres que los días
dilapidaron sin ti en algún pasado.

Eres el tiempo del trigo y la vendimia,
eres el verde y el oro del verano.

Ya a mis sentidos los tuyos encadenan;
beben mis labios las gotas de esta lluvia
que extiende dulcemente tu memoria
en las oscuras horas que no te conocieron.


Paisaje

Fotografías de árboles en  todas las estaciones del año III

Acariciando lenta su reposo,
la mirada se abre en el paisaje
creado por la suma de los tonos
que se miran y no se reconocen.

Recoge el espesor de cada nube
y la frágil sombra
levemente instalada por su paso.

Serena y suspendida,
la luz va convocando lo que toca.

Las piedras incontadas
los árboles sin dueño
la tierra desnuda y sin noticia
de su nombre y los días
que recorren el paisaje
infinito, invisible, imaginario.

Inhabitado y sin voz
desaparece cuando se lo olvida
y todos sus tonos se entregan a la noche.



Música


En cuál de mis acordes
he de empezar la fragua de tu nombre,
del canto que apenas comenzado
se olvida de su origen y sorprende
su propio ser en las evoluciones
de una pasión en perfectas notaciones.

Cómo he de ser testigo de tu paso
si apareces apenas en el aire
tu milagro tenaz y sucesivo
y al darte toda al fin desapareces
perdiéndote en el tiempo que te vierte.

Líquida y feliz entre mis manos
escapas del sueño en que naciste,
fluyes continua y leve hacia la forma
inalterable y fugaz de la memoria.



Cristales


Oculta en su prisión de sombras,
labra la luz
su sueño
de constancia en los cristales.


I

El granate
es un ejercicio de sangre derramada
en el profundo mármol
de tu cuello

El granate y su memoria de opulencia
son, en la enramada de tus venas,
la herida luminosa de la tierra
que se mira surgir,
de nuevo líquida,
en tu pecho.


II


El zafiro
habla el idioma
de las profundidades
solo el zafiro sabe
lo imposible
de su azul en la sombra adormecido.

Tal vez la noche
que el zafiro esconde
oculta
en sus reflejos
el mar
que en sus cristales
detenido
avanza.


III


Arde el ópalo
en sus cavernas de fuego,
de tiempo suspendido,
de líquidos cielos improbables.

Finge la luz,
el agua,
el mediodía,
un lento azul de insomnio
y el verde que no alcanzaron los jardines.

Yo no sé
los pensamientos
que sus colores cautivan y condensan,
pero me entrego al desvelo
a la sed
de imaginarlos.